martes, 27 de agosto de 2013

Sobre la Guerra Popular, Clausewitz y Mao (4ª entrega de 4)

 
 
Traducido por SADE para ODC


4. T. Derbent: Clausewitz, Mao y el maoísmo


3.2. Gonzalo

 

Abimael Guzmán Reynoso, el “Presidente Gonzalo” del Partido Comunista del Perú (PCP), es sin duda la segunda gran figura histórica del maoísmo después del propio Mao. Al enrumbar y dirigir el PCP, al que condujo cerca de la victoria, por la senda de la guerra popular, Gonzalo contribuyó decisivamente a la revalorización de la estrategia maoísta de guerra popular prolongada. La formación militar de Gonzalo se produjo en 1965, en el marco de una formación política y militar integral en la China popular, en Nanjing.

 

En su entrevista de 1988 al periódico El Diario, concedida cuando el PCP estaba en la cima de su poder, Gonzalo menciona a Clausewitz en dos ocasiones.

 

Primero cuando denuncia a Gorbachov:

 

[Gorbachov] dice esto: “el aforismo de Clausewitz, de que ‘la guerra es una continuación de la política, sólo que con diferentes medios’, que fue clásico en su tiempo, resulta ahora cada vez más desesperadamente anticuado. Está destinado a las bibliotecas”. Pero ésta es tesis sostenida por Lenin y reiterada por el Presidente Mao en este siglo y es clave en la teoría militar del proletariado, y a ella nos atenemos en la guerra popular. Así, Gorbachov choca abiertamente con Lenin, como chocó Kruschev (61)

 

A continuación, Gonzalo trata la fase de la guerra en que las fuerzas armadas se propusieron aniquilar el PCP usando todo tipo de medios de guerra sucia: torturas, escuadrones de la muerte, desapariciones y milicias de civiles armados (las rondas). El 22 de marzo de 1983, una de esas milicias mató a un cuadro maoísta. El 3 de abril, una columna guerrillera reunió en el pueblo de Santiago de Lucanamarca a 69 milicianos, oficiales y personas cercanas a éstos, antes de masacrarlos con especial crueldad (a machetazos y pedradas). Lucanamarca tiene de singular que se trata a un tiempo de la expresión de rabia vengativa de los campesinos miembros de la guerrilla contra los milicianos y de una medida terrorista fríamente decida al más alto nivel del PCP.

 

Gonzalo lo explica y lo asume: Frente al uso de mesnadas y la acción militar reaccionaria respondimos contundentemente con una acción: Lucanamarca, ni ellos ni nosotros la olvidamos, claro, porque ahí vieron una respuesta que no se imaginaron, ahí fueron aniquilados más de 80, eso es lo real; y lo decimos, ahí hubo exceso, como se analizara en el año 83, pero toda cosa en la vida tiene dos aspectos: nuestro problema era un golpe contundente para sofrenarlos, para hacerles comprender que la cosa no era tan fácil; en algunas ocasiones, como en ésa, fue la propia Dirección Central la que planificó la acción y dispuso las cosas, así ha sido. Ahí lo principal es que les dimos un golpe contundente y los sofrenamos y entendieron que estaban con otro tipo de combatientes del pueblo, que no éramos los que ellos antes habían combatido, eso es lo que entendieron; el exceso es el aspecto negativo. Entendiendo la guerra y basándonos en lo que dice Lenin, teniendo en cuenta a Clausewitz, en la guerra la masa en el combate puede rebasar y expresar todo su odio, el profundo sentimiento de odio de clase, de repudio, de condena que tiene, ésa fue la raíz; esto ha sido explicado por Lenin, bien claramente explicado. Pueden cometerse excesos, el problema es llegar hasta un punto y no pasarlo porque si lo sobrepasas te desvías; es como un ángulo, hasta cierto grado puede abrirse, más allá no. Si a las masas les vamos a dar un conjunto de restricciones, exigencias y prohibiciones, en el fondo no queremos que las aguas se desborden; y lo que necesitábamos era que las aguas se desbordaran, que el huayco entrara, seguros de que cuando entra arrasa pero luego vuelve a su cauce. Reitero, esto está explicado por Lenin perfectamente; y así es cómo entendemos ese exceso. Pero, insisto, ahí lo principal fue hacerles entender que éramos un hueso duro de roer, y que estábamos dispuestos a todo, a todo. (63)

 

La tesis de Clausewitz mencionada por Gonzalo es doble; en primer lugar, en la lucha, se desarrolla un sentimiento de hostilidad aunque éste no existiera en un principio; en segundo lugar, este sentimiento de hostilidad presente en el pueblo y entre los combatientes es una de las tres partes constitutivas de la guerra, junto a la actividad intelectual del comandante militar, que debe hacer frente a la interrelación de probabilidades de la guerra, y a la autoridad política, que hace de la guerra un instrumento de sus proyectos.

 

Clausewitz: “(…) el combate es la expresión de un sentimiento hostil, pero en nuestros grandes combates, que llamamos guerras, ese sentimiento hostil se convierte, a menudo, en simplemente una intención hostil, y, al menos en términos generales, no existe sentimiento hostil de un individuo contra otro. Mucho menos por ello, el combate no se produce nunca sin que actúen tales sentimientos. (…) Pero en el caso de que éste falte o bien no exista la animosidad al comienzo, el combate mismo será el que prenda la llama del sentimiento hostil. Si por orden de su superior alguien realizara un acto de violencia contra nosotros, excitaría nuestro deseo de desquitarnos y de vengarnos antes del ejecutor que del poder superior bajo cuyo mando ese acto fue realizado.” (64)

 

“La guerra no es, pues, no sólo un verdadero camaleón, por el hecho de que en cada caso concreto cambia de carácter, sino que constituye también una singular trinidad, si se la considera como un todo, en relación con las tendencias que predominan en ella. Esta trinidad está integrada tanto por el odio, la enemistad y la violencia primigenia de su esencia, elementos que deben ser considerados como un ciego impulso natural, como por el juego del azar y de las probabilidades, que hacen de ella una actividad desprovista de emociones, y por el carácter subordinado de instrumento político, que la inducen a pertenecer al ámbito del mero entendimiento. El primero de estos tres aspectos interesa especialmente al pueblo; el segundo, al comandante en jefe y a su ejército, y el tercero, solamente al gobierno.” (65)

 

En Lucanamarca, la autoridad político-militar desencadenó deliberadamente el sentimiento de hostilidad de los combatientes, que fueron más allá de lo que aquélla había imaginado; no obstante, el contenido de la acción, su dirección y, finalmente, sus efectos fueron los que se buscaban.

 

Lenin abordó repetidamente esta problemática: “No hemos sabido hasta el día de hoy en el Comité Central que en Petrogrado los obreros querían responder al asesinato de Volodarsky [redactor en jefe de la Krasnaya Gazeta bolchevique] por medios del Terror de masas que vosotros [el liderazgo del partido de la ciudad] habéis frenado. ¡Protesto enérgicamente contra esta acción! (...) El momento es de una extrema gravedad. Hay que fomentar la energía y el carácter masivo del terror contra los contrarrevolucionarios, especialmente en Petrogrado, donde el ejemplo debe resultar decisivo.” (66)

 

“La unidad de la voluntad no puede ser una frase, un símbolo. La exigimos en la práctica. Se expresaba así en el tiempo de la guerra: quienquiera que antepusiera sus propios intereses (los de su aldea, los de su grupo) a los intereses comunes era considerado un especulador y fusilado; estas ejecuciones quedaban justificadas en la clase obrera por su voluntad consciente de vencer. Hablábamos bien claro de estas ejecuciones, no ocultábamos la violencia, porque sabíamos que no podríamos salir de la vieja sociedad sin ejercer la  coacción sobre los elementos retrasados del proletariado.” (67) [Retraducción de ODC. Nota de ODC].

 

“Sabemos que la resistencia exasperada de la burguesía contra la revolución socialista es inevitable en todos los países y que dicha resistencia aumentará en la medida en que se desarrolle esa revolución. El proletariado vencerá esa resistencia, y durante la propia lucha contra la resistencia de la burguesía adquirirá la madurez necesaria para triunfar y ejercer el poder. La venal prensa burguesa puede gritar a los cuatro vientos siempre que nuestra revolución incurra en una falta. No tenemos miedo a nuestras faltas. Los hombres no se han vuelto santos por el hecho de que haya comenzado la revolución. Las clases trabajadoras, oprimidas y engañadas durante siglos, condenadas a vivir por fuerza en la miseria, en la ignorancia y el embrutecimiento, no pueden hacer la revolución sin incurrir en faltas.” (68)

                                                                                          

Contrariamente a lo que escribió Gonzalo, Lenin jamás mencionó a Clausewitz sobre esta cuestión. Pero este pequeño error muestra de hecho hasta qué punto Gonzalo era lector cuidadoso de Clausewitz y Lenin: las notas de lectura de Lenin sobre Vom Kriege muestran un vivo interés por la forma en que Clausewitz había tratado esta cuestión. Lenin recopió los pasajes sobre la correlación entre el desencadenamiento de la violencia y la profundidad del carácter político de la guerra (69), sobre el sentimiento de hostilidad en el pueblo en tanto que componente de la “trinidad” clausewitziana de la guerra (70) y sobre el desarrollo de este sentimiento de hostilidad (71). 

 

3.3. La U.C.I. (Sarbedaran)

 

El 25 de enero de 1982, la Unión de los Comunistas de Irán (Sarbedaran), hoy Partido Comunista de Irán (Marxista-Leninista-Maoísta), que practicaba la guerra de guerrillas contra el régimen islámico, agrupó sus fuerzas en los bosques de los alrededores de la ciudad de Amol, cerca del mar Caspio, y las lanzó contra la ciudad. La ofensiva aprovechó el levantamiento de la ciudad, que fue liberada durante dos días. Pero la insurrección no pudo extenderse y fue aplastada. Muchos cuadros y militantes de la UCI (S) murieron en combate o en la oleada represiva que siguió.

 

En octubre de 1993, la corriente liquidacionista del PCP hizo público un documento titulado Asumir - Combatir por la Nueva Decisión y Nueva Definición, favorable a un acuerdo de paz con el Estado peruano, destinado a proporcionar una base teórica, política y estratégica a las “cartas de paz”, atribuidas al Presidente Gonzalo preso, y que una gran parte del PCP denunció como falsas. En el seno del movimiento maoísta internacional, la respuesta más argumentada a Asumir fue la redactada por la UCI (S). En este extenso documento (más de 40 páginas) titulado El marxismo consiste en miles de verdades, pero todas se reducen a una frase: ¡Es justo rebelarse! (72) [Retraducción de ODC. Nota de ODC], se cita a Clausewitz tres veces:

 

“Asumir y el artículo de la prisión [las “cartas de paz”] abordan la cuestión de la guerra como si se tratara de un juego. ¡Por supuesto que no es así! Sobre todo porque debido a su contenido social, una guerra revolucionaria es una guerra apasionada y violenta. Como ha señalado el camarada Gonzalo, “Marx nos ha enseñado: no se juega a la insurrección, no se juega a la revolución; pero cuando uno enarbola la insurrección, cuando uno toma las armas, no arría la bandera, la mantiene victoriosa hasta el triunfo, sin arriarla jamás; así nos enseñó ¡y no importa cuánto nos cueste!” (Presidente Gonzalo, entrevista con El Diario, 1988). Nuestra guerra debe juzgarse por su contenido social. El punto clave de todas las guerras es “preservar las propias fuerzas y destruir las fuerzas del enemigo”. Pero estas leyes funcionan en interacción con un contenido social y el contexto en el que se hace la guerra. “Cuanto más intensos y poderosos sean los motivos y las tensiones que justifiquen la guerra, más estrecha relación guardará ésta con su concepción abstracta. Cuanto más encaminada se halle a la destrucción del enemigo, tanto más coincidirán el propósito militar y el objetivo político, y la guerra aparecerá más como puramente militar y menos como política. Pero cuanto más débiles sean las motivaciones y las tensiones, la tendencia natural del elemento militar, o sea la tendencia a la violencia, coincidirá menos con las directrices políticas; por tanto, cuanto más se aparte la guerra de su trascendencia natural, mayor será la diferencia que separa el objetivo político del propósito de una guerra ideal, y mayor apariencia tendrá la guerra de ser política.” (73) (Clausewitz, De la guerra). Por ejemplo, cuando los imperialistas luchan entre sí, no se aniquilan porque ello no es parte de los intereses de su base de producción capitalista. Imponen sólo la capitulación para obtener concesiones. Pero, cuando se trata de la guerra popular, no descansarán hasta la aniquilación y sus actividades en ese sentido no concluirán hasta que sean derrotados y su poder sobre el Estado haya desparecido. Y mientras el Estado proletario no esté firmemente asentado, los imperialistas intentarán derrocarlo. Cuando decimos que “el imperialismo es feroz”, queremos decir que su naturaleza nunca cambiará, que los imperialistas nunca dejarán de lado sus cuchillas de carnicero ni se convertirán jamás en Budas, y así hasta su ruina.” (Mao, Pequeño Libro Rojo, “Guerra y Paz” ) (74).

 

(...) Precisamente debido a la naturaleza de la guerra revolucionaria, una vez desencadenada dicha guerra, ya no se puede volver a la lucha fundamentalmente pacífica. Sin embargo, esto es algo que los revisionistas armados y las fuerzas nacionalistas burguesas hacen a menudo. ¿Por qué y cómo es posible para ellos y no para nosotros? Debido a la naturaleza reformista de su “guerra”, porque su estrategia no es destruir el viejo Estado, sino hacerse un hueco en él. Esto no es más que una especie de lucha armada o, en el mejor de los casos,  una “guerra mínima o limitada”, que consiste simplemente en amenazar al enemigo, con un ojo puesto en las negociaciones, que se mantienen como opción de reserva. Desde el momento en que no hay intereses vitales en juego, no hay más que concesiones y trapicheos. Clausewitz se percató de este fenómeno y lo explicó: “la idea política que preside la guerra también ejerce una gran autoridad sobre el modo de dirigirla. Cuando el sacrificio que se desea exigir del enemigo no es considerable, basta con apoderarse de un objeto de valor equivalente, lo cual se espera conseguir con poco esfuerzo. El oponente hace generalmente un razonamiento similar” (Clausewitz, De la guerra) (75).

 

(...) El enemigo también aprende. Es de ilusos esperar que renuncie a emplear toda su inteligencia y todas sus reservas materiales para destruir una guerra maoísta. Para ellos, emprender negociaciones de paz forma parte de su estrategia militar de aniquilación de los revolucionarios y de los revolucionarios potenciales (la base de masas). En la medida que puedan aplicarán el principio básico de la guerra en sentido estricto contra una guerra revolucionaria dirigida por los maoístas. Esto es así porque el propósito político de la guerra revolucionaria es destruir el viejo Estado y aniquilar para siempre el reinado de las clases explotadoras [aquí una nota al pie remite a la siguiente cita]: “Sometida así a la política, la guerra adopta necesariamente su carácter. Cuanto más fuerte y poderosa sea la primera, más enérgica será la segunda. No hay límites a este respecto y la guerra puede llegar así a su forma absoluta.” (Clausewitz, De la guerra) (76) [Todas las citas de este epígrafe salvo la primera de Clausewitz son retraducciones. Nota de ODC].

 

Estas tres citas se encuentran en diferentes ubicaciones en el documento de la UCI (S), provienen de diferentes capítulos de Vom Kriege, pero todas versan sobre la misma tesis de Clausewitz: una guerra ilimitada y sin ley revela una disputa política fundamental.

 

3.4. Pasang

 

Nanda Kishor Pun, “Pasang”, fue el principal dirigente militar de la guerra popular en Nepal. Apodado “El Giap nepalí”, participó en casi todas las grandes operaciones militares del Ejército Popular de Liberación (EPL). Pasang comenzó su militancia en el movimiento estudiantil y fue detenido y torturado en dos ocasiones. Durante el periodo de preparación de la guerra popular, presidía la Liga de Jóvenes Comunistas y dirigía la formación militar de los cuadros del Partido Comunista de Nepal (Maoísta). Pasang estudió en profundidad a Clausewitz, Sun Tzu, Marx, Lenin, Mao y Giap, las publicaciones militares contemporáneas y las epopeyas hindúes Ramayan y Mahabharat. Se convirtió en el comandante de la primera unidad guerrillera, en el comandante del destacamento de fuerzas de la guerrilla en 1999 y, finalmente, en el comandante en jefe del Ejército popular.

 

Pasang creó la Fundación del EPL dedicada a popularizar las enseñanzas estratégicas y militares de la guerra popular. Además de la publicación de manuales y relatos sobre los combates en Nepal, la Fundación ha traducido y publicado media docena de libros considerados importantes, entre los que se encuentran Guerra popular, Ejército popular,  de Giap, y De la guerra, de Clausewitz; éste último fue, según Pasang, “cuidadosamente traducido” en cinco meses antes de ser distribuido a todas las secciones del EPL. Aunque la influencia de Clausewitz, como las de Giap y Mao, son abiertamente reivindicadas por Pasang, es difícil determinar cuál fue la influencia de las tesis clausewitzianas en él, puesto que los únicos escritos de Pasang traducidos al inglés son entrevistas y declaraciones generales, así como relatos de operaciones (77).

 

Miembro del Comité Central y del Buró Político, Pasang pertenece a la corriente prachandista, que detuvo la guerra popular en favor de los acuerdos de paz para integrarse en el sistema. Aprobó el desarme del EPL, la desmovilización de una parte de los combatientes del EPL y la integración de la otra parte en el Ejército “nacional”. De esta manera, Pasang contribuyó a la destrucción del EPL que él había contribuido a construir y que había dirigido de victoria en victoria...

 

4. Conclusión polémica

 

“Son muchos los que de la guerra hablan, pocos lo que la hacen.”

Proverbio malinké

 

Es sorprendente la comparación entre la importancia de Clausewitz para Lenin, Mao, Giap y Gonzalo, y el poco caso que le prestan algunas organizaciones maoístas, como las que criticaron mi trabajo (78).

 

Uno está tentado de encontrar un sentido al hecho de que los partidos maoístas que han practicado la guerra popular hayan reivindicado a Clausewitz, mientras que los que no han pegado un tiro desde su fundación, diez o veinte años atrás, le encuentren todos los defectos del mundo...

 

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Notas

 

(61) Curiosamente, la edición francesa de la Entrevista del Presidente Gonzalo con El Diario, (la del Movimiento Popular Perú de Francia, marzo de 1989) omite la referencia a Clausewitz. En lugar para estar traducido, el pasaje está reescrito en los siguientes términos: [Gorbachov] dice que una parte de esta nueva forma de pensar consiste en comprender que la guerra no es la continuación de la política por medio de las armas. Dice: ya no podemos avanzar con formas de pensamiento del pasado siglo. ¡¿Qué siglo pasado?! Es la tesis de Lenin, Lenin es de este siglo y Lenin nos enseñó que la guerra es la continuación de la política por otros medios, por medio de las armas. Pero Gorbachov dice que esto está superado.”, página 96. Desconozco los motivos de esta reescritura.

(62) Gonzalo alude a la guerrilla guevarista del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria) de 1965-1966, que fue rápidamente aniquilada por el ejército.

(63) Entrevista del Presidente Gonzalo con El Diario, op. cit. páginas 50-51. [Nota del Editor: Clarté Rouge, 2, página 74].

(64) De la guerra, libro II, capítulo 2, página 125.

(65) De la guerra, libro I, capítulo 1, página 53.

(66) Telegrama a G. Zinoviev, O.C. op. cit., volumen 35, página 342.

(67) Discurso al Tercer Congreso de sindicatos de Rusia, O. C. op. cit., volumen 30, página 523.

(68) Carta a los trabajadores americanos, O. C. op. cit., volumen 28,  página 67.

(69) Notas de Lenin publicadas en anexo a Clausewitz et la guerre populaire, op. cit., págs. 133-134.

(70) Notas de Lenin, op. cit.; págs. 135-136.

(71) Notas de Lenin, op. cit.; pág. 137.

(72) Este texto es inédito en francés.

(73) De la guerra, libro I, capítulo 1, página 51.

(74) Citas del Presidente Mao Tse-Tung, Pekín, 1966, página 78.

(75) De la guerra, libro VIII, capítulo VIA, página 852.

(76) De la guerra, libro VIII, capítulo VIB, página 856.

(77) Véase Pasang (Nanda Kishor Pun): Red Strides of the History, Agnipariksha Janaprakashan Griha Putalisadak, Katmandú, 2008.

(78) No sólo el Partido Comunista Marxista-Leninista-Maoísta (Francia) en los artículos ya citados, sino también el (nuovo) Partido Comunista Italiano en la Carta abierta a la redacción de “Clarté” de mayo de 2007.

 
- Primera Parte en este enlace:
http://odiodeclase.blogspot.com.es/2013/08/sobre-la-guerra-popular-clausewitz-y.html
 
Segunda Parte en este enlace:
Tercera Parte en este enlace:
 
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